miércoles, 29 de junio de 2011

Emociones al Habla

Por: Sonia Ruíz 


Las despedidas siempre son difíciles: demasiado. Desprenderse de las personas y de las cosas siempre tiene su lado de complicación a pesar de que los últimos términos puedan ser positivos.

Dejar proyectos y esfuerzos, amistades o familiares, es de lo más complicado sobre todo porque eso significa dar un giro a tu vida que puede ser hasta de 180º y de forma acelerada y espontánea.

¿Cómo puedes describir la sensación cuando dejas algo? Creo que no hay manera.
Siempre hay contextos diferentes e independientemente de eso, creo que en cierto momento se convierte en un estado de múltiples emociones donde cada experiencia coopera un poquito para que tu estabilidad emocional se mantenga o se venga abajo.

Además de ello, creo que ninguno de nosotros comenzamos algo creyendo ni esperando que va a terminar –si te pasa, preocúpate-; por el contrario, todos actuamos con base en ciertas expectativas y buscamos darle a las cosas sentido desde que se forman. A veces, aunque no tengamos las suficientes bases trabajamos para obtener posteriormente resultados positivos que nos lleven a algo sólido.

En algunos casos, incluso es necesario cambiar ciertas formas de ser o de pensar para aprender a sobrellevar las cosas y hacerlas sin conflictos; esa parte también se vuelve difícil para muchos de nosotros. Algunos hábitos deben cambiar si es que quieres entregar verdaderas cuentas de lo que haces –y dormir dos horas al día deja de ser divertido y rockstar después de seis meses-.

Todo el proceso de dedicación es siempre importante y jamás olvidado; las complicaciones, esfuerzos, actos de tolerancia y hasta de fe en nosotros mismos y con quienes trabajamos tienen legitimidad hasta su último punto porque se convierten en la cadena que nos ata a ese ideal al final del túnel.

Pero ¿Qué pasa cuando todo eso tiene que ser pospuesto o eliminado de tu vida?...Para ello puede haber muchas razones.

Existirán los casos en que las situaciones se vuelvan complicadas al grado de entrar en lo monótono, molesto y tedioso. Así, sin más ni menos, truenas: pierdes el interés o simplemente te das cuenta que en el fondo no te gusta tanto como para continuar con ello y prefieres buscar otra forma de hacerlo.
Puede que las cosas terminen mal, pero todo depende de qué tan bien sepas manejarlo.

Por el contrario, pueden suceder acontecimientos en tu vida que –por causas mayores, las que sean- te veas obligado a dejar algo. Este es el más difícil, porque aquí el poder de decisión pierde peso y las circunstancias te obligan a actuar de maneras no planeadas o esperadas.

Como sea, hay que aprender a sobrellevar eso. No importa que tan complicado sea porque nadie más te lo va a resolver; puedes quedarte con lo positivo, sonreír y continuar trabajando y esperando que llegue algo mejor o sentarte en un rincón a lamentarte por ello, eso sólo lo decides tu.

Hoy, dejo El Lavadiario con sentimientos encontrados; me siento triste pero a la vez tranquila por cerrar este ciclo en mi vida, porque sé que dí todo lo que estaba en mis manos por impulsarlo a crecer y mejorar cada día.
Es una parte de mi vida que siempre recordaré y que valoraré como primer proyecto de orden profesional en el que haya participado.

Siempre existen pros y contras, pero por el bien de todos, es mejor centrarse sólo en los aspectos positivos. “El pasado ya fue y el futuro no existe” y puedo con orgullo decir que disfruté los momentos que pasé en el programa, no sólo como sentimentalismo, pues me dejó experiencia, amigos y satisfacciones personales.

No estoy tan segura de lo que venga después. Quiero continuar con la locución pero quiero probar cosas diferentes, ambientes y personas que me den otro tipo de enseñanzas. Hasta cierto punto, mi trabajo aquí ha dado frutos y lo agradezco y pienso utilizarlo posteriormente en algún lado.

Doy personalmente las gracias al auditorio lector y oyente que me permitió compartir con ellos experiencias, conocimientos, risas y emociones junto con mis compañeros durante mi estancia en el programa. Por el detalle de conectar computadora y bocinas cada miércoles con la intención de escuchar lo que tengo por decir. Por su tiempo y compañía reflejados en el apoyo recibido.

Gracias a mis compañeros por permitirme compartir con ellos una experiencia tan especial como es la radio. Su tiempo, amistad, esfuerzo y apoyo grupal.
Así como al equipo de AJ Radio por abrir el espacio de aire vía Internet a la chica adolescente que a su vez espera haber correspondido a todos y cada uno de ustedes de manera satisfactoria.

Me voy hoy del programa, pero continúo con dedicación e interés en esta columna esperando ser bien recibida por todos ustedes.

Con todo el gusto, mantengo la expectativa de continuar posteriormente en algún espacio al aire, con palabras y música tan agradables, donde se demuestre que sigo presente y mi experiencia continúe siendo tan válida y significativa como la de muchos.

El aire nunca termina y es misión de todos nosotros llenar todos esos espacios con un sentido legítimo y relevante que pueda trascender a través del tiempo y el espacio. Pero eso no sucede sólo: hay que hacer algo al respecto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario